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Siglos III al X en Cataluña
De la antigüedad tardía a la época feudal
La crisis del siglo III que afectó al Imperio Romano y que originaría su decadencia afectó gravemente al territorio catalán, donde se han detectado importantes niveles de destrucción y procesos de abandono de villas romanas. También de este siglo son las primeras noticias documentales de la presencia del cristianismo en Cataluña. Aunque los datos arqueológicos indican la recuperación de algunos núcleos, como Barcino (Barcelona), Tarraco (Tarragona) o Gerunda (Gerona), la situación no volvió a ser la de antes, las ciudades se amurallaron y los núcleos se redujeron.
En el siglo V, con motivo de la invasión generalizada del Imperio Romano por parte de los pueblos germánicos, los visigodos, liderados por Ataúlfo, se instalaron en la Tarraconense (410) y cuando en el 475 el rey visigodo Eurico formó el reino de Tolosa, incorporó el actual territorio catalán. Los visigodos dominaron el territorio hasta inicios del siglo VIII, primero desde Tolosa y luego desde Toledo.
En el 718, la conquista musulmana llegó al noreste de la península y pasó a la Septimania, un proceso que tuvo lugar sin graves conflictos bélicos, excepto en algunos casos como el de Tarragona. La posterior reacción carolingia ante la presión islámica supuso la ocupación por su parte en el último cuarto del siglo VIII de las actuales comarcas pirenaicas, de Gerona y, en el 801, de Barcelona, tras la cual se formó una zona fronteriza que seguía los ríos Llobregat, Cardener y el curso medio del Segre, que se conocería como Marca Hispánica. Este territorio se organizaba políticamente en diferentes condados dependientes del rey franco.
Sin embargo, a finales del siglo IX, el monarca carolingio Carlos el Calvo designó a Wifredo el Velloso, un noble descendiente de una familia del Conflent, conde de Cerdaña y Urgel (870), y conde de Barcelona y Gerona (878), lo cual suponía la reunión bajo su mando de buena parte del territorio catalán, aunque a su muerte los condados se repartieron entre sus hijos, Barcelona, Gerona y Osona fueron ya en adelante, excepto durante un breve periodo, un único condado.
Durante el siglo X, los condados catalanes se convirtieron en verdaderos condados independientes del poder carolingio, un hecho que el conde Borrell II oficializó en el 987 al no prestar juramento al primer monarca de la dinastía de los Capeto. En estos años de formación de los condados catalanes, se desarrollaron los primeros pasos de repoblación del territorio tras la invasión musulmana. Así, durante los siglos IX y X se creó una sociedad donde predominaban pequeños propietarios libres, llamados aloers, enmarcados en una sociedad agraria donde cada núcleo familiar producía lo que consumía, generando muy pocos excedentes.
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